Ante la expansión de su uso, muchas ciudades estudian nuevas normas; en julio es el desembarco masivo en Buenos Aires
31 de mayo de 2019
NUEVA YORK.- En solo unos meses, los monopatines eléctricos dejaron de ser una novedad para convertirse, en las grandes ciudades donde circulan con profusión, en un objeto de polémica que obliga a debatir nuevas normas que ayuden a dar orden al caos.
Y mientras en Buenos Aires se aguarda a partir de julio un aluvión de estos aparatos, cuando a la empresa de alquiler que ya opera se le sumen otras, en lugares emblemáticos como Nueva York no están siquiera autorizados y en las capitales europeas se exigen regulaciones cada vez más estrictas.
Sucede que la explosión de la venta y el alquiler de monopatines eléctricos generó, según sus críticos, tantos problemas como soluciones. A la facilidad de desplazamiento y el ahorro de tiempo para llegar a destino, sobrevino el uso descontrolado que se ganó la enemistad de los peatones, obligados a hacer malabares para esquivarlos.
Sin embargo, Nueva York, la ciudad más poblada de Estados Unidos, que suele marcar tendencia en el país y en el mundo, no les abrió camino a los monopatines eléctricos. Y eso a pesar de que las empresas de alquiler golpean a las puertas de los despachos oficiales para que se animen a dar de una vez la señal de largada.
Compañías como Bird y Lime, que operan en otras ciudades, no entraron a Nueva York porque son consideradas ilegales por su alcaldía. Quienes se arriesguen a transitar serán objeto de multas de 500 dólares y la confiscación del aparato. Para que se pongan en movimiento en las calles neoyorquinas, la Legislatura debería aprobar nuevas normas, lo cual se vislumbra difícil en momentos en que los referentes políticos discuten otros asuntos, entre ellos, la legalización de la marihuana.
"Por tratarse de un líder global en asuntos de avanzada, Nueva York en este caso viene de atrás y necesita ponerse al día", dijo Paul Steely White, que trabajó en una organización defensora del transporte alternativo y es directivo de la empresa de alquiler Bird.
La polémica también se instaló en varias ciudades europeas, y lo hizo a la misma velocidad relámpago con que se multiplicaron los monopatines eléctricos. A principios de año se estimaban en 15.000 los dispositivos de alquiler en París. Para fin de año estiman que serán 40.000. Más de una decena de empresas de alquiler operan en la capital francesa. Cada día, cientos de personas se mueven en estos aparatos a orillas del Sena, ante las miradas a veces de censura cuando se cruzan en el camino o dejan sus vehículos cruzados en la vereda.
Las firmas de alquiler debatieron este año con la alcaldía normas de buena conducta "para un uso controlado y sostenible" y "respeto por el espacio público y la seguridad de los vehículos parisinos".
Y no es que faltan medidas de regulación: hay multas de 135 euros por andar en la vereda y de 35 euros por estacionar en cualquier lado. Pero no fue suficiente, y a partir de septiembre se prohibirán los dispositivos que excedan los 25 km/h y se deberá transitar exclusivamente por las bicisendas.
El Código de Tránsito fue reformado igualmente en Alemania, que recientemente se adaptó a la novedad de los "vehículos de propulsión eléctrica sin asiento", según figura en la nueva legislación. Las reglas obligan a los monopatines a circular en bicisendas o en las calles, y se prohíbe el uso a menores de 14 años.
El ciclo de novedad, polémica y regulación se repitió en España, en especial en Madrid y Barcelona, donde los monopatines eléctricos forman parte del paisaje urbano, con las virtudes de movilidad y los efectos secundarios conocidos.
Un ciclo que ya experimenta América Latina. El modelo instalado en capitales como Santiago, Bogotá, Lima y Montevideo, y también en Río de Janeiro, replica al conocido en Europa y se enfoca igualmente en la lucha contra la contaminación y el congestionamiento de tránsito.
Sin embargo, como en otros casos, las empresas irrumpen antes de que existan los medios y las normas necesarias. "No vamos solo a ciudades donde hay infraestructura. Vamos donde creemos que podemos solucionar un problema", dijo Roberto Álvarez, jefe de Operaciones de la firma Grin, convencido de que "las ciudades se tienen que adaptar".
Prohibición y normas
Nueva York
Las autoridades todavía no autorizaron la circulación del monopatín. Quienes lo usen se arriesgan a multas de 500 dólares y su confiscación
París
La alcaldía parisina reguló el uso con multas de 135 euros para quienes circulen por la vereda, y de 35 por dejarlo estacionado en cualquier lado
Barcelona
Desde fines del año pasado, las normas de tránsito exigen circular exclusivamente por las bicisendas. La velocidad máxima se fijó en 20 km/h
The New York Times y Agencia AFP
Fuente: La Nación
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